"Un autentico puro canario"

Elegir un puro canario es sinónimo de elección correcta. Saborearlo requiere llevar a cabo un ritual en el que la preparación mental es imprescindible como lo es para el catador de vinos o gourmet. Resulta importante decidir cuándo vamos a fumarlo, ya que tendremos que elegir el puro más adecuado (por ejemplo, un puro fuerte después de una buena comida o uno suave por la mañana).

Al igual que ocurre con el tipo de aroma, también es necesaria la elección de la vitola justa. El humo varía en función del grosor del puro, lo que influye en el sabor. De la misma manera la longitud del puro resulta definitiva a la hora de caracterizar su sabor y determinar el tiempo que precisamos para fumarlo: no es buena idea consumir un puro apresuradamente, por lo que es aconsejable elegir la vitola más apropiada para el tiempo del que se disponga para fumar, resulta más conveniente elegir un puro pequeño si se dispone de poco tiempo. Cuando la temperatura es baja es preferible optar por un puro más largo, mientras que en verano lo aconsejable es fumar puros mas pequeños. En cualquier caso, lo mejor es probarlos todos o, en otras palabras sumergirse en el mundo del puro canario artesanal y descubrir sus posibilidades ilimitadas.

Disfrutar de un puro canario artesanal es mucho más que fumárselo. Es hacerse partícipe de un placer sin igual, que requiere, saborearse sin prisas El humo que desprende un gran puro canario colorea los mejores momentos de la vida; no hay nada comparable a su contemplación, a permitir que sus caprichosas formas evoquen nuestros recuerdos.

Lo primordial es elegir el momento en el que vamos a disfrutarlo, porque a un puro hay que prestarle la atención que merece: ya sea como final de un almuerzo inolvidable o como compañero de los últimos pensamientos del día, disfrutar un buen puro es como encerrarse en uno mismo: hay que darle tiempo, no hay lugar para la prisa.

Una vez examinado el puro, debemos cortarle la perilla con exquisito cuidado, con el fin de asegurar la correcta aspiración y combustión, pues en caso contrario se mermaría su disfrute. Préndalo con una llama corta e intensa, sin que ésta llegue a tocarlo, y gírelo de tal manera que se encienda uniforme. No es aconsejable el uso de fósforos de cera o mecheros de gasolina, ya que el puro asimila el olor que desprenden, y entorpecen el disfrute de su sabor. El humo del puro no debe aspirarse ansiosamente, pero mucho menos inhalarse. Déjele que juegue con usted, inunde su paladar a voluntad e invada su nariz con evocadores aromas que desprende, de tal manera que le acompañe mientras quiera.

Si está disfrutando de un puro largo, puede prolongar el placer de su sabor para deleitarse con él más tarde. En este caso, la mejor manera de conservar las propiedades del puro es quitar toda la ceniza y dejar que se apague por sí solo. Para volver a encender, repita el proceso como si de uno nuevo se tratase. Cuando el puro ha culminado su misión de brindarle los placeres inmediatos de la vida, despídase de él sin aplastarlo: sería un final demasiado triste para tan buen compañero. Deposítelo en el cenicero para que desprenda su aroma final como un último adiós. Solamente entonces puede permitirse pensar en el próximo puro.

Fuentes: Cigarros de Canarias, Agrupatabaco, Gobierno de Canarias.